jueves, 19 de marzo de 2009

Te quiero. Te extraño. Te llamo por teléfono. No estás. Me angustio. Te espero. Te busco. Pienso en ti: cierro los ojos y te imagino. Te veo luego, en la calle, y corro a tu encuentro, te abrazo, te beso, me agito, te digo frases fervorosas. Es el amor
De pronto, un día, coloco una distancia entre tu persona y la mía, congelo la imagen que tenía de tí y de mis sentimientos y me pregunto: "¿Eso es el amor o es MI amor?". Ahora ya no pienso en ti, tampoco en mí, sino en un problema que está por encima de nosotros, el problema de un concepto, de una idea, de saber qué es el amor y en qué se distingue de MI amor.
Entonces abandono lo particular, ese suceso que atañe a mi persona, y recuerdo que también hay otros que están enamorados, pienso en las historias de amor que narra la literatura, en lo que ocurrió entre Romeo y Julieta, y entre otras parejas. ¿Puedo yo decir "a mí me pasa lo mismo que a vos"? Quiero saber qué es el amor, para verificar que lo mío, en efecto, es amor, y no un arrebato momentáneo o delirante. Quiero saber si estoy en lo cierto o si todo es mera fantasía mía, privada, real, muy real, pero fantasía al fin. Todos estos temblores internos que llamo amor tal vez merezcan otro nombre y pertenezcan a una realidad de otro orden.
Estoy en crisis.
Si no tuvieras esos ojos marrón café -me pregunto-, ¿Te querría igual? Digo que , claro, pero no estoy seguro. ¿Y si en lugar de ser delgado y de medir un metro setenta y siete, fueras más abultado y midieras uno cincuenta y nueve?" Imagino que , que te amaría igual, pero... francamente cada vez estoy menos seguro. Después de todo ¿Por qué te quiero? ¿Estoy dispuesto a dar la vida por ti...?

No hay comentarios: